La tos de los perros es muy similar a la gripe humana, en realidad, se trata de una traqueobronquitis infecciosa que afecta al tracto respiratorio. Entre sus síntomas destacamos una tos seca y persistente. La tos de las perreras es una de las enfermedades más predominantes en los perros y se manifiesta mundialmente.
Desde el punto de vista veterinario, no se considera una enfermedad grave. Pero hay que controlar su evolución, porque si se complica, puede llevar a la aparición de fiebres altas, apatía, síntomas propios de bronquitis, e incluso carencia de apetito. Por ese motivo, tampoco debe tomarse a la ligera.
Afecta a perros de todas las edades, y razas, especialmente a los que se encuentran en convivencia masiva con otros compañeros, y que en invierno no puedan controlar todos los cambios de temperatura a los que son sometidos como pueden ser: residencias caninas, criaderos, hospitales veterinarios, perreras, tiendas de animales, protectoras, etc.
Es una enfermedad altamente contagiosa diseminada tanto a través de la tos y el estornudo como por contacto indirecto, por ejemplo, a través de la ropa.
Su tiempo de incubación es de unos dos o tres días hasta que el animal presenta los típicos síntomas, tos y secreción nasal.
Este síndrome se debe como en los humanos, a un conjunto de microorganismos (bacterias y virus).
Raramente los humanos pueden contagiarse de esta enfermedad, sin embargo, aquellas personas “inmunocomprometidas” sí que tienen mayor riesgo de poder contraer la enfermedad, produciendo unos mínimos síntomas similares a los del catarro convencional.
Las formas más graves de la tos de la perrera afectan sobre todo a cachorros puesto que aún no cuentan con la inmunidad propia de un adulto, que ya ha tenido que lidiar más de una vez con esta u otras enfermedades similares, y ya han perdido el efecto de los anticuerpos maternos que reciben durante el primer mes de vida.
La enfermedad dura aproximadamente entre una y dos semanas y cursa con constante tos, sonando como un atragantamiento que se acompaña de secreción y mini vomitos de babas. Durante la noche es cuando aparece con más evidencia y virulencia la tos seca y persistente, principal síntoma de la enfermedad, siendo esta la causa de la visita al veterinario.
Tratamiento:
- Reposo para evitar situaciones de estrés.
- Rehidratación para favorecer las secreciones y la ventilación.
- Ayudar a sus sistema inmunitaro.
- En caso de que la tos persistente y no productiva, (seca) se puede aplicar tratamientos que limite la tos como la Hidrocodona o la Codeína (siempre la dosis prescrita por su veterinario).
- Los antibióticos más empleados en medicina veterinaria para esta enfermedad son: La Doxiciclina y Amoxicilina-clavulánico, siempre, claro está, bajo prescripción veterinaria.
Pronóstico:
El pronóstico es bueno, aunque hay que entender que por más esfuerzo que se realicen, a veces, es necesario esperar 2 semanas o más para que esa tos desaparezca, hay que tener paciencia.
¿Cómo se puede evitar en la mayoría de los casos?
Fácil, rápido y directo: mediante la vacunación. Se administra a los cachorros que ya han cumplido cuatro semanas de vida (que es cuando pierden la ayuda de los anticuerpos maternos), y también la pueden recibir perros más adultos. La primera inyección debe ir seguida de otra a las tres-cuatro semanas, y a partir de ahí, se recomienda ir vacunando al animal con regularidad anual. Por supuesto, aunque en el caso de los más pequeños no haya tanta diferencia es muy recomendable que las vacunas se lleven a cabo antes del invierno, o bien antes de asistir a uno de los factores de riesgo antes citados (residencias, exposiciones…)
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