Este texto se hizo viral en Internet, se trata de una conmovedora carta a un perro perdido que nos hace reflexionar y quisimos compartir con los amigos de nuestras mascotas.
Carta a un perro perdido
Cuando tenía 12 años recibí de cumpleaños algo que llevaba muchos años esperando: mi primer perrito. Era un pequeño Beagle, lo adoptamos de un criadero de perros y decidí llamarlo Bingo, porque había sido un premio para mí. Durante tres años me hizo muy feliz, llenando mis tardes de juegos y ternura.
Como todo Beagle era juguetón, con mucha energía, un gran saltarín y olfateador. Esta última característica fue lo que lo llevó innumerables veces a escaparse de mi casa apenas tenía la oportunidad. Bastaba con que alguien abriera la puerta para entrar o sacar el auto, y entonces Bingo salía corriendo disparado. Las primeras veces, yo corría trás él desesperada, hasta que lograba agarrarlo y volvía a mi casa con él en brazos.
"Las escapadas y paseos solo: una alarma inminente."
Sin embargo, un par de veces volvía solo. Hubo incluso un día, en el que se demoró 3 días en llegar pero regresó. Oliendo muy mal y muerto de hambre, pero de vuelta. Esto me hizo tener más confianza en su capacidad de volver, por lo que cuando se escapaba, en vez de ponerme nerviosa, me relajaba. “Ya volverá” me repetía.
Uno de esos días, salió solo toda la tarde de paseo y regresó a casa sin collar. Eso me hizo alarmarme enormemente. Pensando que alguien había intentado robármelo, me volví mucho más cuidadosa con él. Pero luego pasaron las semanas y él seguía escapándose y volviendo. Eso hizo que una vez más recuperara la confianza y dejé de preocuparme por sus salidas.
Luego llegó el día que jamás olvidaría. Mi mamá abrió la puerta de la calle porque una visita había llegado. Recuerdo perfectamente que Bingo se escapó y mi mamá le dijo a la visita: “No te preocupes, el perro siempre se escapa y vuelve al rato”. Escucharla decir eso me calmó, pero no totalmente, ese día quedé con una sensación extraña, diferente a las otras veces que se escapaba.
Pasaban los días y Bingo no aparecía. Al principio me consolaba pensando que si ya había desaparecido una vez por 3 días pero había vuelto, lo volvería hacer. Sin embargo y muy tristemente, nunca lo hizo y no volví a saber de él.
Mi querido amigo,
Lamento mucho no haber luchado más por ti. No sólo por no haberte buscado más el día que te perdiste, sino por no haber jugado más contigo o haberte sacado más a pasear cuando pude. Quizás si lo hubiese hecho no habrías estado tan ansioso por salir de la casa cada vez que podrías.
Lamento mucho no haberme asustado más con cada escapada que hacías. Quizás si hubiese sentido más miedo, me habría hecho más responsable de ti. Siento muchísimo no haber visto esas salidas como una advertencia, de que algún día quizás no volverías. Lamento no haber advertido que podrían robarte, atropellarte o incluso, ser atacado por otros perros.
Lamento mucho no haberte buscado más. No haber puesto carteles desde el primer minuto de tu desaparición. No haber tocado todos los timbres del barrio, ni haber avisado a la municipalidad de tu desaparición.
Durante mucho tiempo recé porque alguien te hubiese encontrado y adoptado. Que hubieses sido feliz junto a tu nueva familia. Que ellos te hubiesen querido tanto y más como yo lo hice. Hasta hoy pido porque alguien te hubiese cuidado mucho hasta tu último día.
Si bien tu desaparición me dio un inmenso dolor, también pude sacar grandes lecciones. Me hizo mucho más consciente y responsable sobre la tenencia de mascotas. Ese día me prometí que no volvería a pasar. Hoy tengo otro perrito, que este año cumplirá 13 años. Puedo decir que con él he sido todo lo responsable y cuidadosa que me faltó ser contigo. Lo he llenado de amor, paseos, juegos, regalitos y alimentos que le gustan. Incluso le enseñé a salir y volver a la casa inmediatamente, no queriendo volver a pasar ese riesgo de nuevo. De alguna manera queriendo sentir que perderte no fue en vano.
Siempre te voy a llevar en mi corazón
Te quiere,
Tu amiga.
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